Joder!!! que pedazo de ola!!! A mi las olas me dan pánico desde que en una playa apenas sin olas, o bueno, olas sin aparente peligro, me vi atrapada por una marea que por más que nadaba me alejaba de la playa. Lo pasé realmente mal aunque nadie se daba cuenta de lo que pasaba. No sé la cantidad de cosas que se me pasaron por la cabeza, pero ninguna era agradable, te lo aseguro. Pedí ayuda a un chico que pasaba relativamente cerca en una tabla de surf y no sabes la cara de alegría que puse cuando me pude agarrar a su tabla. Me acercó a la orilla y aún a cinco metros de la playa el mar me seguía arrastrando. Llegué con la parte de arriba del bikini en el cuello y una cara de angustia que no veas. Cuando llegué a mi grupo (que había quedado como a cien metros de donde aparecí), no daban crédito a lo que contaba: Pero si no hay olas apenas!!!! A partir de aquel día ahí me tienes, remojándome como las viejas sin apartarme mucho de la orilla.
Te entiendo. Hace unos años estuve de socorrista en una playa de Barcelona (Castelldefels). Súperplana y nada profunda. Cada fin de semana había sustos, por las corrientes, como la que cuentas. Una vez tuve la suerte de salvar a un niño pequeño. Pero eso es tema para un post de Luciérnago. El mar es seductor, pero también traicionero. A mí también me impone, hasta con calma chicha.
ÉSTE ES EL OBJETIVO DE ESTE BLOG. AUNQUE EL CRITERIO DE SELECCIÓN ES MUY PERSONAL (PARA ALGO SOY EL ADMINISTRADOR), INTENTARÉ QUE CADA MAÑANA OS ENCONTRÉIS CON ALGO DIVERTIDO, ENTRAÑABLE, SIMPÁTICO, EMOCIONANTE O SORPRENDENTE. ¡QUE APROVECHE!
Luciérnago
2 comentarios:
Joder!!! que pedazo de ola!!!
A mi las olas me dan pánico desde que en una playa apenas sin olas, o bueno, olas sin aparente peligro, me vi atrapada por una marea que por más que nadaba me alejaba de la playa. Lo pasé realmente mal aunque nadie se daba cuenta de lo que pasaba. No sé la cantidad de cosas que se me pasaron por la cabeza, pero ninguna era agradable, te lo aseguro.
Pedí ayuda a un chico que pasaba relativamente cerca en una tabla de surf y no sabes la cara de alegría que puse cuando me pude agarrar a su tabla. Me acercó a la orilla y aún a cinco metros de la playa el mar me seguía arrastrando. Llegué con la parte de arriba del bikini en el cuello y una cara de angustia que no veas.
Cuando llegué a mi grupo (que había quedado como a cien metros de donde aparecí), no daban crédito a lo que contaba: Pero si no hay olas apenas!!!!
A partir de aquel día ahí me tienes, remojándome como las viejas sin apartarme mucho de la orilla.
Te entiendo. Hace unos años estuve de socorrista en una playa de Barcelona (Castelldefels). Súperplana y nada profunda. Cada fin de semana había sustos, por las corrientes, como la que cuentas. Una vez tuve la suerte de salvar a un niño pequeño. Pero eso es tema para un post de Luciérnago. El mar es seductor, pero también traicionero. A mí también me impone, hasta con calma chicha.
Publicar un comentario